Turismo de termas y experiencias

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Por Maximiliano Pérez Joos

Las transformaciones de finales del siglo pasado en las modalidades de turismo han sido y son un desafío para este nuevo siglo. Con el surgimiento de las nuevas tecnologías ligadas a la comunicación es más fácil para la población en general mantenerse interconectada e informada a tiempo real de lo que sucede en un mundo globalizado y dinámico. Este efecto ha producido una mayor fragmentación de la demanda, que valiéndose de diversas informaciones que le llegan sobre lugares, temáticas y nuevos productos a lo largo y ancho del mundo, espontáneamente comienza a requerir de dichos servicios en los destinos próximos o que suele frecuentar.

De estas transformaciones no está exento el turismo termal, cambios tanto en su espacio como en sus servicios se vienen produciendo desde hace ya más de medio siglo. Esto puede apreciarse en los complejos termales y de spa actuales, en donde desde las últimas décadas dieron un “giro” de la salud a la diversión, aunque esto, no implique abandonar las virtudes de sus aguas. Estos nuevos usos de los espacios termales, llevan a Gobiernos, instituciones y empresarios a plantearse como satisfacer a los turistas, llegando de tal manera que la marca del destino o empresa quede en la mente del consumidor y claro, de manera positiva.

Se debe esbozar la idea de qué se está vendiendo para proyectar el cómo se venderá, lo cual muchas veces implica un cambio en el paradigma de quienes están al mando.  Entre ellas se puedo sugerir que; no se venden viajes, un hotel, piscinas o un servicio de spa, elementos tangibles que tienen un precio para su uso. Si no, que se ofrece la oportunidad de vivenciar experiencias significativas, brindando un espacio de y para personas felices, dispuestas a disfrutar momentos, sentir la vida, realizar sus sueños y regresar repletas de recuerdos memorables.

No vendemos un complejo termal, estamos en el comercio para hacerle vivir a las personas experiencias de vitalidad y bienestar

Hoy los destinos se enfrentan a un turista del “todo ya” y que precisa de gran impacto. Desde hace varios años, en el sector turístico, se rompió esa cuota de confianza que retenía al turista con promesas de estabilidad, confort y tranquilidad. La necesidad imperiosa de sorpresas, de estremecimientos, la sed  de aventuras, y demás; por parte del potencial cliente, desafía a políticos y CEOs a buscar nuevas formas de comercializar los paquetes turísticos y destinos. Esta realidad del feroz mundo de la comercialización lleva a plantearse “un verse distinto para sobresalir”, producto de elaboradas campañas de marketing de grandes empresas y destinos ya consolidados a los que se puede enfrentar uno incipiente.

Por estas razones, es necesario contar con una estrategia de diferenciación, hacerse notar como novedoso y original sobre todo en lo intangible, pero ¿cómo ser distinto? Esto se logra con propuestas que acompañen los sueños del futuro visitante, motivaciones que “ericen su piel” al momento de pensar en nuestros productos y servicios, y la ficha clave para esto es conocer al cliente: ver sus hábitos, eso que los define, ver las pasiones que ama, conectarse con la experiencia que espera vivir.

Otro aporte es contar con una marca que simbolice lo que el cliente espera, en este caso que cuando el futuro turista piense en un destino de salud, vitalidad, bienestar, etc., la imagen que venga a su mente sea la del complejo termal que se está impulsando.

Retomando el tema de la comunicación, otra de las ventajas que se pueden utilizar a la hora de promocionar el destino o sus servicios son las redes sociales, y no una sino todas. Ser omnicanal estando en todas partes y a disposición del cliente establece una relación de cercanía con el comprador mejorando la relación y brindando mejor calidad en la comunicación. Y como las redes sociales no tienen horario no existe lo offline, el cliente busca información a cualquier hora y si no la encuentra la consulta y quiere respuesta. De tal modo comenzar con la serie de experiencias significativas entre destino/empresa y turista antes del primer contacto físico forma parte de una estrategia de diferenciación que puede determinar el futuro de la relación comercial.

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