La Antártida vuelve a sorprender al mundo. Esta vez no fue por sus temperaturas récord ni por el avance del deshielo, sino por lo que quedó expuesto cuando un gigantesco bloque de hielo -el iceberg A-84- se desprendió de la plataforma George VI.
Detrás de esa fractura monumental, un grupo de científicos descubrió algo inédito: un ecosistema marino completamente intacto, oculto bajo el hielo durante miles de años.
El hallazgo fue posible gracias a una expedición liderada por el Schmidt Ocean Institute, una organización internacional dedicada a la investigación oceanográfica.
Usando vehículos submarinos autónomos, los expertos exploraron el lecho marino recién expuesto, donde documentaron formas de vida adaptadas a condiciones extremas que, hasta ahora, solo podían imaginarse.
El iceberg que destapó un ecosistema perdido durante siglos
La separación del iceberg A-84, que ocurrió a principios de 2025, dejó al descubierto un tramo del fondo oceánico antártico que había estado cubierto por hielo durante siglos. Esto permitió a los científicos ingresar a una zona virgen, nunca antes alterada por la actividad humana ni por luz solar directa.
Lo que encontraron fue impactante: esponjas, estrellas de mar, corales blandos, peces antárticos, y hasta especies aún no clasificadas por la ciencia. Todos estos organismos han evolucionado en total aislamiento, adaptándose a la oscuridad perpetua, la baja temperatura y la alta presión del entorno.
La diversidad fue tan inesperada que los investigadores hablan de un «mundo oculto», lleno de vida, que pone a prueba lo que creíamos saber sobre los límites de la existencia en la Tierra.
Animales nunca antes vistos: así es la vida bajo el hielo antártico
Para acceder a esta zona, los científicos emplearon vehículos de operación remota (ROVs) capaces de sumergirse a grandes profundidades y transmitir imágenes en tiempo real.
Estos dispositivos no solo capturaron video de las criaturas, sino que también recolectaron muestras para su análisis genético, lo que permitirá describir nuevas especies en los próximos meses.
Además de la biodiversidad, los investigadores tomaron muestras del sedimento marino y midieron parámetros como temperatura, salinidad y composición química del agua.
Se trata de un tipo de datos clave para entender cómo se formaron estos ecosistemas, cuánto tiempo llevan allí y qué impacto podría tener sobre ellos el cambio climático.
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Este descubrimiento no solo asombra por su valor ecológico, sino también por sus implicaciones para la astrobiología, la geología y la climatología. Los científicos creen que ambientes similares podrían existir en otros cuerpos del sistema solar, como Europa (una de las lunas de Júpiter) o Encélado (una luna de Saturno), donde también hay océanos bajo capas de hielo.
Asimismo, estudiar un entorno tan aislado podría ofrecer pistas sobre cómo era la vida marina hace miles de años, antes del impacto humano y el calentamiento global. Es, en palabras del propio equipo del Schmidt Ocean Institute, una «máquina del tiempo ecológica» que podría ayudar a prever cómo responderán los océanos a los desafíos que enfrentan hoy.
La urgencia de conservar estos mundos ocultos
Pero el hallazgo también encendió las alarmas. El ecosistema descubierto podría verse afectado rápidamente por el deshielo acelerado que vive la región antártica. Una vez que la luz y las temperaturas comienzan a alterar el equilibrio biológico de estas zonas, el riesgo de pérdida de biodiversidad se vuelve real.
Por eso, los científicos enfatizan la necesidad de crear zonas protegidas marinas, establecer acuerdos internacionales para limitar la pesca industrial en áreas sensibles y reforzar el monitoreo satelital. Estos «mundos ocultos» son un testimonio del poder de la naturaleza para resistir, pero también de su fragilidad.
El iceberg A-84 ya navega por mar abierto, pero su huella en la ciencia acaba de empezar. Bajo el hielo, la vida se abre paso. Y gracias a la tecnología y el esfuerzo colectivo, podemos ser testigos de ella.
