El Quicho: Las termas del noroeste cordobés

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Serrezuela. El manantial de aguas termales fue descubierto hace 25 años, pero hace poco comenzó a trabajarse turísticamente por el enorme potencial que tiene. 

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En medio de un desierto de guadales y cactus, en el paraje El Quicho, a 24 kilómetros de Serrezuela, una fuente de aguas termales rompe con uno de los paisajes más áridos del departamento Cruz del Eje, en el noroeste cordobés.

El lugar es un destino conocido por los lugareños desde mediados de los años ‘80 pero todavía es una novedad para muchos cordobeses que, durante la pandemia, salieron a buscar nuevos destinos cercanos para escapar del encierro.

Para llegar desde la ciudad de Córdoba hay que recorrer unos 200 kilómetros hacia el norte y desviarse por la ruta 38 para tomar un camino de tierra hasta el camping donde se encuentra el surgente hidrotermal, a solo dos kilómetros del Camino de la Costa, que enmarca las Salinas Grandes.

El manantial fue descubierto en 1987 cuando obreros de la ex Dirección Provincial de Hidráulica -que realizaban perforaciones a 220 metros para buscar agua potable que abasteciera a una escuela rural- hallaron aguas mesotermales, que brotaban a 39 grados de temperatura.

Estudios geológicos posteriores determinaron que el agua fluye sin necesidad de ser bombeada y que este tipo de acuífero corresponde a formaciones permeables, saturadas de agua y confinadas entre dos capas o estratos.

Propiedades terapéuticas

Desde hace más de dos décadas, llegan visitantes a El Quicho para disfrutar de baños termales de aguas cloruradas sódicas, aptas para usos terapéuticos. En los primeros tiempos el surgente caía hacia un pozo, pero hoy sus aguas se embalsan en un piletón.

Los análisis físicos y químicos de estas aguas confirman que son recomendadas para el tratamiento de afecciones linfáticas, tuberculosis, secuelas de traumatismos y enfermedades de la piel. Además, por su alta temperatura, tienen un efecto térmico con propiedades sedantes, relajantes y analgésicas.

Destino rodantero

El Quicho es un destino que comenzó a popularizarse entre los grupos de rodanteros y, también, de motoqueros que recorren el noroeste provincial. La región, hasta ahora escasamente explotada turísticamente y poco conocida por los propios cordobeses, busca posicionarse como un corredor de gran potencial.

El complejo termal está en plena construcción y aún faltan algunos servicios básicos para garantizar que la experiencia sea confortable por completo.

En los últimos dos meses el camping sumó sanitarios (falta la conexión de las duchas) y algunos asadores; pero son insuficientes para la gran afluencia de público que sorprende a la gente del lugar.

Además hay que tener en cuenta que, por ahora, el sitio es inaccesible para personas con discapacidad, es dificultoso para adultos mayores ya que faltan barandas para ingresar a la pileta y la provisión de agua corriente es intermitente.

De todos modos, los planes de mejora están en marcha: se construirá otra pileta, ampliarán el camping y todos los servicios, los espacios serán sectorizados y se prevé la utilización de energía solar.

Al final de la obra, el predio tendrá capacidad para 80 carpas, casillas rodantes y motorhomes. Desde el municipio de Serrezuela indicaron que no se prevé levantar un hotel dentro del complejo.

Las aguas calientes con sales y minerales caen desde un caño hacia un piletón termal, enmarcado en un paisaje agreste, de monte nativo.

La temperatura del agua, que oscila entre los 38 y los 40 grados, se mantiene con una represa de piedras con piso de arena que la separa de la laguna de aguas frescas, con fango en el fondo y kayaks que pueden utilizarse de manera libre.

El secretario de Turismo de Serrezuela, Renato Raschetti, asegura que el desafío “es hacer de este recurso natural un producto turístico”, bajo el concepto de desarrollo sustentable para un turista que privilegia el contacto con la naturaleza.

Los visitantes encuentran en El Quicho un lugar familiar, tranquilo, sencillo y sin grandes pretensiones, que ofrece la genuina identidad de un pueblo del interior provincial.

La esperanza, aseguran los lugareños, es que el desarrollo del turismo termal contribuya con el arraigo y el trabajo en una región relegada pero con un potencial inmenso.

Por ahora, el proyecto avanza en el diseño de un sendero de interpretación de la flora autóctona, en eventos relacionados con el bienestar (ya hay una “carpa spa” donde se ofrece el servicio de masajes) y en la puesta en valor de la gastronomía regional.

En el camping hay dos proveedurías donde comprar bebidas y alimentos. “Génesis” es una de ellas que, a la vez, funciona como un comedor rústico de campo. Allí Jorge Augusto Sánchez y su familia preparan el producto por excelencia de la zona: cabritos (riquísimos y a buen precio).

Lo ideal es encargarlo a la tarde (entero, mitades o cuartos) para disfrutarlo cuando asoman las estrellas en cielos diáfanos y libres de contaminación lumínica, en un simple y tranquilo patio de tierra.

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