Verdes, azules y los trinos de las aves atrapan y calman en el delta de Entre Ríos

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La exhuberancia de la vegetación del delta entrerriano brinda calma y activa los sentidos / Foto: Carlos Brigo.
La exhuberancia de la vegetación del delta entrerriano brinda calma y activa los sentidos / Foto: Carlos Brigo.

Es un espacio que se desarrolla de este a oeste sobre el río Paraná y que aloja uno de los mayores escenarios naturales de la provincia en el que se destacan su flora y su fauna.

Por: Federico Dambrine – Télam

Entre Ríos, con su mezcla de verde y azul en sus paisajes y el multicolor de su historia, flora, fauna y gente, es uno de los destinos turísticos más visitados del país y alberga, de este a oeste, uno de los mayores escenarios naturales y atractivos: el Delta del Paraná.

Ríos, arroyos y lagunas, barrancas, bosques, cultivos, zonas urbanas y también pueblos colmados de historia captan los sentidos y contagian de emociones, calma, calidez y ambiente familiar.

La provincia es un jardín de naturaleza que mezcla música silvestre y silencio, aromas, sabores, amabilidad y tranquilidad, con diversos cuadros paisajísticos para descanso y contento del visitante.

El 80% de los más de 22.500 kilómetros cuadrados del extenso mosaico de humedales de la región del Delta está dentro de la provincia.

Con destinos poco conocidos, quien lo visite puede transitar caminos rurales y acuáticos, de la mano de la aventura o la tranquilidad según los gustos, y conocer su gran complejidad biogeográfica, social, cultural y ambiental.

Allí el paisaje es completo: además de las especies de río bajo la superficie; en las pintorescas zonas terrestres se erigen montes, bosques, humedales y pastizales nativos con sus animales, y un mundo de aves cierra la imagen desde el cielo.

Durante todo el año, el delta entrerriano ofrece safaris y avistamientos, caza y pesca deportiva, ecoturismo, y recorridos históricos con mitos y leyendas que cruzan más de dos siglos.


El avistamiento de más de 300 aves autóctonas es uno de los atractivos salientes de esta zona del río Paraná / Foto: Carlos Brigo.

También se recorre a través de senderismo, mountain bike, excursiones en 4×4, kayaks, lanchas y a caballo.

Si el viaje comienza en el sur de Entre Ríos, antes de ir por las más de 300 aves autóctonas que se pueden avistar en Ceibas y sus caminos rurales, se puede visitar Ibicuy, a orillas del río Paraná Ibicuy, uno de los brazos del delta.

Es un rincón privilegiado, donde la belleza y la fuerza del Paraná se prodiga en un abrazo de agua mansa y profunda, lleno de magia.

Los álamos y sauces crean la mayor área del mundo con estas especies, y los pastizales, enredaderas, médanos, humedales y líquenes agregan más verde a los riachos, arroyos y canales, donde habitan patíes, surubíes, sábalos y bogas, entre otros peces.

Es un punto especial para la pesca deportiva, los paseos en lancha, cabalgatas y días de campo con avistamiento de aves, ya que es es reconocida como Área Importante para la Conservación de las Aves.

Ibicuy se combina con Villa Paranacito, con unos 5.000 habitantes dispersos en unas 197.000 hectáreas, en especial de islas, con gran cantidad y variedad de embarcaciones y viviendas típicas sobre pilotes, llenas de serenidad, historias y culturas, ya que durante las guerras mundiales se pobló de inmigrantes de diversos países europeos.

Paseos en lanchas, yates y catamaranes; pesca deportiva embarcado o desde la costa; remo, esquí náutico y jet esquí, Delta adentro, constituyen la propuesta central y más atractiva en la época estival para disfrutar de los cámpings y refrescarse en sus cursos de agua.

Unos 100 kilómetros al noroeste, siempre dentro del Delta, está Gualeguay, la capital provincial de la cultura, con personalidades que dejaron huella en la historia nacional como Juan L. Ortiz, Cesáreo Bernaldo de Quirós, Carlos Mastronardi y Juan Bautista Ambrosetti, entre otros.

Es un punto clásico para la pesca, al estar rodeado por ríos y arroyos, al que se llega por ruta provincial 46 y por la autopista nacional 12.


Los atardeceres en la costa entrerriana del río Paraná ofrecen una mezcla de colores única / Foto: Hernán Saravia.

A nueve kilómetros por la ruta provincial 136 están Puerto Ruiz, un gran refugio del dorado, y la Reserva Santa Adelina, un importante reservorio de biodiversidad para recorrer.

Fundada en 1783, conserva vestigios arquitectónicos coloniales en sus casas y calles de adoquines, lo que hace de sus city tours un gran plan, que puede completarse con un día de turismo rural en antiguas residencias de campo acondicionadas, ideales para senderismo, cabalgatas, contemplación y participación en tareas rurales, con asado acompañado por pan casero.

Entre Ríos ofrece asado criollo y con cuero, cocina en base a pescado fresco, su tradicional alfajor, tortas fritas o asadas; dulces y escabeches; chacinados y quesos, y productos a base a nuez, cítricos y miel.

En la emblemática Cinco Esquinas del ingreso a Gualeguay, sobre la ruta nacional 12, en Lo de Geniol se come el mejor y más grande sándwich de milanesa de la región, lo que atrae a gauchos de la zona, turistas y hasta reconocidos deportistas, políticos y empresarios.

A 100 kilómetros por la ruta provincial 11 se encuentra Victoria, con sus «Siete Colinas», pero unos tres kilómetros antes de llegar al casco urbano está la Abadía del Niño Dios, el primer monasterio de estas características asentado en Hispanoamérica, en 1899, por monjes de Francia.

El lugar se mantiene con los votos de «oración y trabajo», con una exquisita y variada industria artesanal de productos naturales, en particular de miel y licores.

El reconocido Casino de Victoria, el Terror do Corso en el verano y un Museo del Ovni proponen un día exótico por fuera de las termas, pesca y la Reserva de Usos Múltiples con sus islas y humedales.

Para cerrar el viaje, tras otros 83 kilómetros por la ruta 11, el Parque Nacional Pre Delta cuenta con dos grandes senderos peatonales autoguiados y los miradores «Laguna Las Piedras» y «Laguna Irupé» para recorrer y conocer su gran biodiversidad, en un paisaje de islas, arroyos, bosques, lagunas y riachos.

En la zona predomina un clima templado húmedo, con temperaturas medias de 13 grados en invierno y 23 en verano, aunque con heladas y días de más de 40 grados, por lo que es recomendable visitarlo en otoño y primavera.

Unas 28 especies de reptiles, 185 de peces y más de 200 de aves -varias en peligro de extinción-, entre otros animales, conviven en las 2.750 hectáreas de área protegida, con más ambientes acuáticos e isleños que terrestres.

Antes de finalizar la recorrida por Entre Ríos, a siete kilómetros se puede visitar Diamante y su reserva natural «Tierra Chaná», con varios senderos para conocer árboles de más de 500 años y especies autóctonas.

Además, la «Ciudad Blanca» -por el color de su suelo- custodia miradores y tesoros en sus calles, arquitectura y rincones desde 1836; con un Cristo Pescador que marca la fe regional y una rica cultura popular de chamarritas, artesanías, gastronomía y tradiciones.

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